lunes, 30 de julio de 2007

Oz


El cobarde anhela valentía.
El tímido, audacia.
El inseguro, aplomo.
Y los tres marchan por el sendero de baldosas amarilla, camino de Oz, en busca del mago que acabe con la injusticia que la naturaleza ha cometido con ellos.

Pero no hay más magia que la nace de uno mismo. Es en el cajón de sastre, en el bote de Pandora, en el recoveco más recóndito de nosotros mismos, donde tenemos que buscar aquello que creemos no tener sólo por no haberlo sabido encontrar o por no poseerlo en el mismo grado que otros.

Así de simple y de complicada es la cuestión. No es más que una partida de ajedrez en la que movemos tanto las blancas como las negras. Siempre se gana aunque se pierda (será que no se puede tener todo). La dificultad está en que en el tablero de la vida todos los escaques son grises. Es en medio de ese gris donde tenemos que encontrar el brillo amarillo del sendero que nos lleva a Oz, para desde allí, ganada la batalla, chocar los chapines rojos y volver a casa.

Eso es sólo el principio. El regreso no es más que el inicio: nadie se basta así mismo. Reunida la valentía, la audacia y el aplomo que precisábamos , aún queda un asunto pendiente: para estar completos necesitamos a otra persona. En esta partida solo movemos ficha desde un lado del tablero. El riesgo es mayor… cabe perder.

domingo, 29 de julio de 2007

Volver


Regresar a casa no es siempre volver sobre tus pasos.
Hay muchos caminos.
Y campos, y estrellas que contar.
Y ciudades, y bares que cerrar.
Y muchas noches, demasiado hermosas como para dormir.
La sonrisa te delata, hoy no has dormido en casa.
Y a la vuelta, el amanecer.

jueves, 5 de julio de 2007

Santa Rufina regresa a Sevilla

Tras un largo periplo que la ha llevado de París a Londres, de Londres a Nueva York, de ahí a Buenos Aires, y de nuevo a Londres, la Santa Rufina de Velázquez (de Velázquez, sí, por mucho que le pese a Brown y otros estudiosos que la atribuyen al cuñado, Martínez del Mazo), regresa a España para quedarse en Sevilla, más concretamente en el la fundación Focus Abengoa, en el Hospital de los venerables que en 2005 acogió la exposición De Herrera a Velázquez.

No ha conseguido llevarse el gato al agua (en este caso la Santa Rufina al Museo de Bellas Artes), el Ayuntamiento de Sevilla, pero quizá eso sea lo de menos. Lo de más, que los sevilanos, volcados con el asunto, se rascaran el bolsillo y consiguieran reunir 20.000 euros para la compra del cuadro. Para que luego digan que nadie es profeta en su tierra.