
Tras un largo periplo que la ha llevado de París a Londres, de Londres a Nueva York, de ahí a Buenos Aires, y de nuevo a Londres, la Santa Rufina de Velázquez (de Velázquez, sí, por mucho que le pese a Brown y otros estudiosos que la atribuyen al cuñado, Martínez del Mazo), regresa a España para quedarse en Sevilla, más concretamente en el la fundación Focus Abengoa, en el Hospital de los venerables que en 2005 acogió la exposición
De Herrera a Velázquez.
No ha conseguido llevarse el gato al agua (en este caso la Santa Rufina al Museo de Bellas Artes), el Ayuntamiento de Sevilla, pero quizá eso sea lo de menos. Lo de más, que los sevilanos, volcados con el asunto, se rascaran el bolsillo y consiguieran reunir 20.000 euros para la compra del cuadro. Para que luego digan que nadie es profeta en su tierra.
1 comentario:
Por fin actualizas wapa! El arte idealmente no debería tener dueño, pero seríamos lo suficiente cuidadosos como para conservarlos? O nos seguiremos subiendo a caballito a las esfinges, llevándonos trozos del muro de Berlín, metiendo el dedo en los cuadros haber si raspa o se corre la pintura o colgarnos de las estatuas para hacernos una foto cachonda...en este caso, bien por los sevillanos!
Publicar un comentario